Vivimos hoy en día el final del proceso de la sombra, en donde el fuego del intento, el espíritu del hombre, ha sido contaminado por una entidad que convierte a la especie humana en parásita y la vuelve incapaz de existir sin provocar derrames de contaminación y sufrimiento. Ante tal oscuridad, el Fuego Nuevo nos muestra que existen dos luces.

Una, aquella que nos despierta de la negación y el letargo y nos invita a salir de la psicosis impuesta de la normalidad obligatoria y la verdad oficial y reconocer la situación de nuestra humanidad. Es la luz de poder ver y reconocer el presente más allá de anhelos e ilusiones y confrontar el hecho de que existe una organización mundial que ejerce la dominación y opera el sistema diseñado para provocar sufrimiento, explotación, pobreza, degradación, degeneración y extinción; y que todos estamos operando éste sistema de manera religiosa, desde nuestras más profundas creencias. 

Dos, que existe dentro de cada humano, dentro de ti, la capacidad de superar ése problema no solo como individuo, sino que tu liberación se puede extender a la humanidad y el planeta entero. Es el despertar de recuperar la entelequia y darse cuenta de que sí es posible, en nuestras vidas, superar la crisis civilizatoria y sanar completamente.

Existe una auténtica transformación, renovación y renacimiento del tiempo y de la humanidad, profetizado por nuestros ancestros desde tiempos inmemoriales, donde superamos las viejas estructuras de dominación y entramos en una nueva era de amor, equilibrio, luz y armonía. Estamos en éste tiempo y atendemos ése llamado. Es el llamado del Pachakuti.