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9 Kuetzpallin

Cuidar

Alguna pérdida, alguna situación, puede doler hoy. El cambio sopla con fuerza sobre la humanidad. El espacio para acomodarse y vivir el estilo de vida del status quo se reduce. Quienes no buscan el cambio con su propia fuerza de voluntad y deseo de aprender y expandirse, se enfrentan repentinamente al cambio, empujados al abismo, aleccionados por el bate. Quienes se empoderan encuentran la gracia y aprenden a cuidar. El camino del verdadero despertar espiritual se reduce al cuidado. El nawal de hoy habla de ello y ofrece algunos consejos para quienes están en el camino del cuidado. El camino del cuidado es largo e interminable. Seamos tolerantes con nosotros mismos y con los demás. Que estés cuidando ahora no significa que siempre lo hayas hecho. Así que hay muchas cosas que no has cuidado, muchas cosas que aún requieren tu cuidado. Lo que no se ha cuidado se manifestará, se notará, otros te juzgarán por ser descuidado, y eso no significa que no estés cuidando. En el camino del cuidado encontrarás dolor porque encontrarás cosas que no han sido cuidadas, y finalmente descubrirás que no puedes, al menos por ahora, cuidar todo.

No puedes liberarte de la religión.

En el gran ciclo de la existencia, solo vivimos una pequeña fracción. De todas las vidas en todo el tiempo —si crees en vidas pasadas y futuras— solo estás en una a la vez. De todos los días de tu vida, solo existes en el de hoy. De todo lo que sabes, solo puedes convocar cierta cantidad de memoria e información en un mismo instante. De toda la información que te rodea ahora mismo, solo puedes procesar una parte a través de tus sentidos, nunca el total.

Nuestra conciencia es un agujero estrecho por el que fluye la información que somos capaces de procesar y comprender. Alrededor de ese agujero hay una malla, el subconsciente, capaz de convocar mucha más información, pero sin la claridad y coherencia de la conciencia. Esa malla está hecha de información que conoces, ideas y conceptos en los que crees, y datos que recoges desde fuentes más distantes que tus sentidos conocidos. Ese pequeño agujero, igual que las limitaciones de la ilusión del tiempo y el espacio, hace que nunca procesemos ni experimentemos lo real, lo total; solo una parte, una fracción, un reflejo.

Sabiendo esto, civilizaciones avanzadas del pasado, a diferencia de la nuestra, se sostenían con la tecnología de la fe, lo sagrado y lo simbólico. A través del animismo, esa malla era más extensa y más concluyente; expandía las rutas neuronales más allá de lo que podía percibirse y procesarse en cualquier instante dado. A través de esa malla conectaban vastas extensiones de una gran mente a la que tenían mayor acceso porque se permitían creer en ella.

Hoy somos presa de una religión del ateísmo, del materialismo y de un cientificismo tecnocrático dogmático y anticientífico, que constantemente dicta lo que se nos permite saber y comprender. Es el contenedor más estéril y reducido en el que podríamos encontrarnos. Este contenedor mantiene a sus creyentes a salvo de los frascos contaminados de otras religiones, donde otros dogmas de falsedad, engaño y mercadeo han corrompido a los dioses que rigen a esas entidades. El frasco del ateísmo es aquel que engaña a sus cautivos haciéndoles creer que saben, y que están libres de creencias. Defenderán esta creencia con la ferocidad de cualquier otra religión.

Es mejor dejar los frascos y expandirse hacia el cuenco de un sistema de creencias más grande y más antiguo, ya existente desde antes. El mensaje del nawal de hoy es que nunca seremos libres de la creencia, porque es la malla que nos ata —más allá de lo que podemos conocer coherentemente— al mundo que existe fuera de la fracción reducida de nuestro tiempo y atención. Presta atención a los dioses, altares, templos e instituciones en los que depositas tu fe. Aunque no te guste, crees en ellos como si fueran una religión. No puedes liberarte de este tipo de vínculo, de esta forma de relacionarte.

¡Aloha!

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