Círculo de palabra
5 Xochitl
Citando a Julian Katari del 08/03/2025, 1:10 pm
Humenado flores
Dos espressos y un mate apenas me alcanzan para escribir esto hoy. Estamos agotados de una acumulación de intensa actividad los últimos días que culminó ayer cantando melodías hasta la medianoche a mi familia ancestral en Casa Cabral, después de la intensa danza que tuvimos todo el día en la quebrada, imágenes prometidas. Hoy veo las cosas desde un tono diferente al de hace 10 o 15 años. Tantos de los grandes abuelos, amigos, bailarines y curanderos ya no están; así que a los pocos que quedan, los grandes (prefiero eso al concepto de "viejos") los veo desde la luz del "verlos bien, disfrutarlos, acariciarlos y amarlos, ser tolerantes con sus errores y su neuroticismo, porque puede ser la última vez que los veas". Este es un ámbito totalmente diferente al de hace muchos años, cuando bailar era fácil porque teníamos el apoyo de los mayores, ellos se encargaban de las cosas. Éramos tan jóvenes que hasta nos atrevíamos a quejarnos de que nos enseñaran, corrigieran nuestros errores y nos dijeran cómo debíamos hacer las cosas.
Ayer, al tener la primera palabra (liderazgo principal) en el grupo de 30 danzantes y unos 300 espectadores, el papel se invirtió por completo. Ahora soy de los mayores, y mientras trato de enseñar a los relativamente más jóvenes (aún me considero joven) y armonizar la extremadamente compleja ceremonia de danza como me enseñaron a mí, recibo la reacción negativa de hacerlo. A los jóvenes simplemente no les gusta que les digan qué hacer o qué no hacer, sin embargo, están allí para aprender. Mi última palabra, entonces, fue sobre eso. Honrar a la diosa Chalchiutlicue, la madre de las aguas vivas en la superficie de la tierra, dar la ofrenda al río, a quien miles de años antes de nuestros descendientes directos -los aztecas-, los toltecas de Teotihuacan ya veneraban como la divinidad más alta y central de todas.
La vida es una sutileza, y la delicadeza e intención con la que recoges una flor, soplas humo para una oración o hablas con tus familiares, lo cambia todo. De la misma manera, talar los bosques, cambiar los cafetos de sombra por variedades de sol de mayor rendimiento, cambia la disponibilidad de agua y, en definitiva, todos los aspectos de la vida. Pensamos que nuestras acciones más simples no hacen nada, que tirar pétalos de flores y humo de copal es una creencia estúpida, pero no. Todo computa en el resultado final de lo que sucede. El nawal de hoy refleja esta propiedad intrínseca del universo, la sutileza de la belleza, la fugacidad del amor, los aspectos físicos más mínimos son la especia que cambia el sabor del plato que nos sirven en la vida. Pon atención a cómo mueves tus dedos, tu postura, todo, el parpadeo de tus ojos, cambiará el resultado de la vida. La vida es eso, la belleza, el símbolo que recogemos de lo sutil.
Humenado flores
Dos espressos y un mate apenas me alcanzan para escribir esto hoy. Estamos agotados de una acumulación de intensa actividad los últimos días que culminó ayer cantando melodías hasta la medianoche a mi familia ancestral en Casa Cabral, después de la intensa danza que tuvimos todo el día en la quebrada, imágenes prometidas. Hoy veo las cosas desde un tono diferente al de hace 10 o 15 años. Tantos de los grandes abuelos, amigos, bailarines y curanderos ya no están; así que a los pocos que quedan, los grandes (prefiero eso al concepto de "viejos") los veo desde la luz del "verlos bien, disfrutarlos, acariciarlos y amarlos, ser tolerantes con sus errores y su neuroticismo, porque puede ser la última vez que los veas". Este es un ámbito totalmente diferente al de hace muchos años, cuando bailar era fácil porque teníamos el apoyo de los mayores, ellos se encargaban de las cosas. Éramos tan jóvenes que hasta nos atrevíamos a quejarnos de que nos enseñaran, corrigieran nuestros errores y nos dijeran cómo debíamos hacer las cosas.
Ayer, al tener la primera palabra (liderazgo principal) en el grupo de 30 danzantes y unos 300 espectadores, el papel se invirtió por completo. Ahora soy de los mayores, y mientras trato de enseñar a los relativamente más jóvenes (aún me considero joven) y armonizar la extremadamente compleja ceremonia de danza como me enseñaron a mí, recibo la reacción negativa de hacerlo. A los jóvenes simplemente no les gusta que les digan qué hacer o qué no hacer, sin embargo, están allí para aprender. Mi última palabra, entonces, fue sobre eso. Honrar a la diosa Chalchiutlicue, la madre de las aguas vivas en la superficie de la tierra, dar la ofrenda al río, a quien miles de años antes de nuestros descendientes directos -los aztecas-, los toltecas de Teotihuacan ya veneraban como la divinidad más alta y central de todas.
La vida es una sutileza, y la delicadeza e intención con la que recoges una flor, soplas humo para una oración o hablas con tus familiares, lo cambia todo. De la misma manera, talar los bosques, cambiar los cafetos de sombra por variedades de sol de mayor rendimiento, cambia la disponibilidad de agua y, en definitiva, todos los aspectos de la vida. Pensamos que nuestras acciones más simples no hacen nada, que tirar pétalos de flores y humo de copal es una creencia estúpida, pero no. Todo computa en el resultado final de lo que sucede. El nawal de hoy refleja esta propiedad intrínseca del universo, la sutileza de la belleza, la fugacidad del amor, los aspectos físicos más mínimos son la especia que cambia el sabor del plato que nos sirven en la vida. Pon atención a cómo mueves tus dedos, tu postura, todo, el parpadeo de tus ojos, cambiará el resultado de la vida. La vida es eso, la belleza, el símbolo que recogemos de lo sutil.