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Círculo de palabra

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13 Ehekatl

Imagina

Proyectamos nuestras ideas sobre algo que llamamos dios, santa madre, los dioses, espíritus, como sea que lo llames, pensando que está pensando, pero somos nosotros. A veces oímos el aliento del espíritu, confirmando nuestras ideas, la sincronicidad parece mostrarnos que teníamos razón, pensamos de nuevo que era dios, que era una bendición, que era sagrado. Tenemos miedo de algo y por eso lo vemos aparecer en señales y lecturas, pero no sucede, y estamos felices de saber que era solo nuestro miedo, y por eso le damos gracias a dios.

El reino de lo que es real es nuestra imaginación. La comunidad de soñadores teje lo que experimentamos como tierra y tiempo. Es una locura, eso es todo lo que hay. Cuidado con volverse loco hoy, dejar de lado los principios, las pautas, que solo nos ayudaban a mantenernos cuerdos, pero también nos mantenían encerrados, prisioneros, de quienes somos. Si nos permitimos estar locos, entonces realmente podemos ser lo que sea, quien sea, liberarnos de cualquier sufrimiento, cualquier dolor, cualquier limitación. Sólo podemos hacer eso hasta cierto punto. Debemos mantener una línea, nuestro cuerpo, nuestro tonal, determinará cuánto podemos caminar en el camino del nawal.

Culpable.

Esta trecena ha arrastrado a muchos al final de un ciclo de pérdida y duelo, de cambios y purificación. No ha terminado, pues solo hemos preparado el terreno para la próxima trecena, donde comenzaremos a reconstruir desde las cenizas, desde lo que se quemó. Es necesario que se haga justicia y, a veces, esto solo se logra asumiendo responsabilidades, encontrando al culpable. No se trata de culpa, y para eso hablemos de Dios, de los dioses, de lo sagrado. El Espíritu hoy, a través de su intérprete más maduro, puede pronunciar palabras desvergonzadas sobre nuestra supuesta relación con lo sagrado. Siglos de mal uso nos han mantenido cautivos con una entidad que no es Dios, a la que llamamos Dios, que se complace en nuestro castigo. Cuando las cosas van mal, pensamos que es porque somos culpables y estamos siendo castigados por lo sagrado. No importa cuán avanzados estemos en el camino de la iluminación, esta relación de vínculo con esta entidad se mantiene. Tenemos miedo de romperla, de descubrir que, de hecho, no es Dios, que no estamos siendo castigados por nada, que nadie está enojado con nosotros, excepto nosotros mismos. Romper la relación es necesario, y hoy quizás ese sea el llamado, para que todo fluya con el tiempo. Cualquier relación humana construida a través de esta entidad debe romperse. Si alguien a quien amamos nos lastima, esa relación debe terminar. No termina con el amor, solo con nuestra forma de relacionarnos. Esta religión monoteísta de esclavitud, o como quieras llamar a éste espíritu, es tan fuerte en nosotros que no encontramos otra manera de relacionarnos con los demás que a través de ella. Imponemos nuestro credo en lo que creemos que es o debería ser el amor, y esa imagen nos ciega ante el amor que existe. Lo imaginario se vuelve más importante que lo real. Esto no puede continuar.

Esto sucede en todas las áreas de la existencia humana: en la sociedad, la política; todo lo que hacemos y creamos es producto de nuestra visión del mundo, y nuestra visión del mundo necesita una revisión profunda. Como todos estamos ligados al progreso de las pulsaciones del universo, podemos prolongar el estancamiento por un tiempo, pero eventualmente la vida nos transforma y nos endereza. Si no nos ayudamos profilácticamente en este proceso, el karma nos alcanzará y nos colocará en situaciones de cambio forzado que traerán sufrimiento, dolor y heridas. Por eso creé el círculo de medicina, porque sabemos, sé, que intentar compartir las enseñanzas ancestrales puede salvarnos del castigo divino. No es tarea fácil; aprender un cambio de perspectiva lleva décadas, y mientras lo logramos, la vida nos ayudará a superar las dificultades. Hoy, el nawal nos enseña que nuestra relación con lo sagrado necesita renovarse; necesitamos dejar de proyectar nuestra negatividad sobre nosotros mismos, pensando que es la voluntad divina, que es karma. El karma no es algo malo; lo que está pendiente y necesita solución, permanecerá pendiente, esperando ser resuelto. Alguien tiene que solucionarlo, y ahí es donde un juez, en algún lugar, de alguna manera, te señalará a ti o a otra persona y os obligará a hacerlo mediante lo que podríamos llamar situaciones desafortunadas. Sentirnos dolidos por ello, por sentirnos desafortunados, repetirá el mismo ciclo una y otra vez. Los detonantes de la transformación son una bendición, y solo podemos transformarnos desde el amor, desde la positividad, desde un acto voluntario de amor propio que, paradójicamente, requiere soltar nuestros sentimientos, pensamientos y relaciones con entidades que creíamos que nos representaban.

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