la mujer perfecta es una invención del hombre, un ideal fácilmente alcanzable por una mujer. Es nuestra capacidad, libertad -y en honor a nosotros mismos- deber de ser lo más alto, máximo y hermoso de nosotros mismos. Es la proyección máxima de nuestra capacidad, la cual encuentra su máxima expresión en las relaciones fértiles de hombre y mujer. Traumados generacionalmente, nos han programado para estigmatizar y perder de vista este ideal y esta capacidad, reemplazándola con malos estereotipos de los que, al querer alejarnos, nos alejamos también de nuestra plenitud, negándonos esa belleza y perfección que sí se puede alcanzar. Encontramos originalidad al resignarnos de la belleza y la perfección e identificarnos con la fealdad e imperfección. Así reproducimos el sin fin de hábitos que nos hacen precisamente así: feos, malhechos, incompletos e insatisfechos. Nos enorgullecemos de poder sobrellevarlo sin rendirse, en vez de darse cuenta de que es nuestra propia mente que nos engaña a creer que ese es el espíritu y la realidad. En realidad cualquier día podemos de dejar de bajar la mirada, escondernos y sentirnos mal, y ver de qué forma podemos ser aún mucho más hermosos.
Ser real
la mujer perfecta es una invención del hombre, un ideal fácilmente alcanzable por una mujer. Es nuestra capacidad, libertad -y en honor a nosotros mismos- deber de ser lo más alto, máximo y hermoso de nosotros mismos. Es la proyección máxima de nuestra capacidad, la cual encuentra su máxima expresión en las relaciones fértiles de hombre y mujer. Traumados generacionalmente, nos han programado para estigmatizar y perder de vista este ideal y esta capacidad, reemplazándola con malos estereotipos de los que, al querer alejarnos, nos alejamos también de nuestra plenitud, negándonos esa belleza y perfección que sí se puede alcanzar. Encontramos originalidad al resignarnos de la belleza y la perfección e identificarnos con la fealdad e imperfección. Así reproducimos el sin fin de hábitos que nos hacen precisamente así: feos, malhechos, incompletos e insatisfechos. Nos enorgullecemos de poder sobrellevarlo sin rendirse, en vez de darse cuenta de que es nuestra propia mente que nos engaña a creer que ese es el espíritu y la realidad. En realidad cualquier día podemos de dejar de bajar la mirada, escondernos y sentirnos mal, y ver de qué forma podemos ser aún mucho más hermosos.
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