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Lectura de la trecena de Mallinalli, el camino.

La tormenta barrió la tierra, arrasando árboles, inundando valles y ríos; llevándose hogares, personas y animales; matando al traer vida. Una vez que pasó, solo quedaba el llanto. Pero esta vez no, el tiempo lo cambia todo. Esta vez, la limpieza que trajo la tormenta es bienvenida. Nuevas especies ahora pueden construir sus hogares; las plagas y los bichos abrumadores se han ido. El sol brilla y es un nuevo día brillante. Ahora estás solo, sin hogar, roto o debilitado, pero al menos la tormenta se ha ido, y con lo que se llevó, traerá muchos futuros nuevos y brillantes. Con menos, eres más capaz de comprenderte a ti mismo, y la trecena nos invita a hacer precisamente eso. Ahora eres solo tú, despojado de los demás y de la ropa que solías vestir con arrogancia. Sin la distracción de lo que se llevó la tormenta, eres más capaz de concentrarte en cómo lo estás tomando y cómo tomarlo mejor. Lo que fue, lo que eres y, lo más importante, lo que quieres. Esta vez, sin embargo, lo que deseas debe cobrar un nuevo significado. El nawal humano nos invita a esta sabia humildad. Este es el camino, esta es la vida, y te dará algo parecido a lo que deseas, te dará lo que siembras y cosechas, y eso no es lo que crees querer y con lo que te masturbas mentalmente cuando intentas manifestarlo. Estar en el camino requiere ser creativo, ganarte la vida, lo que significa mirar el punto en el que te encuentras y dejar de pensar que solo creer te llevará a ese ansiado castillo de princesa. Puede que tarde más, que se presente de otra manera, más verdadero, más real; y sucederá de forma muy distinta a como lo imaginas. Si no estamos dispuestos a movernos, a caminar, a soltar todo lo que tenemos e incluso a nuestros seres queridos, entonces podríamos ahogarnos donde estamos.
Conocerte mejor significa estar dispuesto a desnudarte y limpiar esas heridas que tanto te aterra mirar. Otros simplemente las cubrirán; solo tú puedes llegar lo suficientemente profundo y conocer ese límite donde lo podrido toca la carne viva. Culpar al clima o a la criatura que te picó durante la tormenta no sanará la herida. La herida es vieja, y todos la tenemos. La trecena del camino, de la hierba, debe de ser buena, porque si escuchamos y aprendemos del tiempo, ya deberíamos estar en camino a sanar. Ese es el mayor desafío de todos: dar el primer paso, y la tormenta ayudó. El camino nos invita a tomarnos este tiempo ahora para comprendernos a nosotros mismos después de la cirugía. Es el proceso de sanación en el sentido de recuperación, de alejarnos de lo que estaba mal, de alcanzar un nuevo estado de homeostasis. El ser humano, el camino, es largo, sabio y lleno de tesoros muy valiosos. Permítete encontrar un cofre cada día, abriendo tu corazón con cada amanecer y atardecer, con cada giro de perilla, en cada tarea y, muy importante, con cada palabra que dices. Encuentra una mejor manera de expresarlo, una que provenga del hombre o la mujer adulta que ahora eres. Encuentra la emoción de comenzar de cero, de ser diferente, de atreverte a crecer. El camino nos invita a observar nuestro oficio y a comprender nuestra vida a partir de él. Obtenemos aquello para lo que somos buenos, valemos lo que podemos dar. Somos tan buenos como lo que creamos con nuestras manos, nuestras palabras, nuestro hacer. Mejorar en cada cosa que haces y aprender lo que necesitas aprender y aún no has aprendido es en lo que debes concentrarte los próximos trece días. Puede que la vida te haya quitado cosas, pero llorar no las traerá de vuelta. Aún eres capaz de crear, y esa es la única medida real de la vida; la vida es solo el camino. No el caminante, no el destino, sino cada experiencia adquirida, cada habilidad adquirida y cada don que es posible dejar en este mundo. Eso es lo que debemos valorar y atesorar, junto con el viaje; son las únicas dos cosas que existen: lo que nos llevamos de este mundo y lo que podemos dejar en él.
